martes, 14 de mayo de 2019

Tratamiento, corrección y calibración de los registros generados por los dataloggers.



Como ya se comentó en una entrada anterior (Registradores electrónicos, dataloggers), en el Proyecto REMABAR hacemos uso de dispositivos de registro continúo denominados dataloggers, que nos revelan información sobre la evolución y comportamiento del acuífero.
En esta entrada del Blog, os mostraremos algunas de las figuras resultantes tras el procesado de los datos brutos procedentes de los dataloggers.

Por recordar un poco:
Nuestra red de control posee un total de 16 dataloggers, entre los que diferenciamos 13 registradores de presión hidrostática y temperatura, 2 registradores de conductividad, presión hidrostática y temperatura, y 1 registrador de presión atmosférica.
Todos los dataloggers se descargan cada 4-5 meses in situ, momento en el que también se realiza una medida manual de la profundidad del nivel mediante un hidronivel. Esta medida es muy relevante de cara al procesado de registros, debido a que a partir de ella se calibrarán todos datos generados por el datalogger. Además, también nos informa si el registrador está funcionando correctamente o si ha sufrido algún cambio de posición que pudiese causar un error en la medida.

Pasando al trabajo de gabinete:
El primer tratamiento que reciben los datos brutos procedentes de los dataloggers es la corrección barométrica, para lo que utilizamos los datos de presión tomados por el registrador de presión atmosférica. En la Fig.1, vemos representado los niveles sin dicha corrección (serie roja) y los niveles ya corregidos (serie verde). Atendiendo a esto, queda de manifiesto la importancia de realizar esta corrección, ya que en el caso de no realizarse, se interpretaría que ha habido fluctuaciones erróneas en el nivel del acuífero.

Figura 1. Corrección barométrica de los niveles brutos (sin corregir) registrados por un datalogger en uno de los puntos de control piezométrico.
Tras dicha corrección, calibramos los niveles corregidos con una medida manual. De esta forma, y considerando la cota del punto en el que se ubica el datalogger, obtenemos el nivel piezométrico del acuífero en ese punto en concreto. Aunque aparentemente la serie verde de la Fig.1 y Fig.2 no haya cambiado, si nos fijamos en los ejes de ordenadas de ambas figuras, podemos observar que la escala ha cambiado notablemente. En la Fig.2 a), donde también tenemos representadas las medidas de nivel piezométrico manuales (círculos rojos), podemos ver que estas medidas se ajustan razonablemente al nivel piezométrico (serie verde), lo que nos indica que el datalogger funciona correctamente. Durante todo este proceso, los registros son sometidos a controles de errores, donde se detectan y eliminan anomalías que se hayan podido producir durante el periodo de registro (cambios de posición, datos erróneos, etc.).

Continuando con la Fig. 2 b), en ella podemos identificar cómo responde el acuífero frente a las precipitaciones (serie azul), experimentando pequeños ascensos asociados a los picos de precipitación de la Fig.2 a). Además, de forma generalizada, vemos como el nivel piezométrico aumenta durante la época de lluvias y disminuye conforme finaliza el año hidrológico (Fig.2 b).

Figura 2. a) Nivel piezométrico, medidas manuales y precipitación en uno de los puntos de control piezométrico. b) Ampliación de la Fig.2 a) en un periodo concreto donde se aprecian los incrementos de nivel piezométrico asociados a la precipitación.

Al mismo tiempo que tratamos los datos brutos para obtener el nivel piezométrico del acuífero, también procesamos los datos relativos a la temperatura del agua, representada mediante la serie naranja en la Fig.3. En esta misma figura, podemos observar que la temperatura del agua presenta una mayor estabilidad que la temperatura ambiental, de forma que no se aprecian oscilaciones diarias significativas y que a lo largo de un periodo de cuatro meses (mayo a septiembre) el incremento de temperatura es de solo 1 grado centígrado.

Figura 3. Nivel piezométrico y temperatura en uno de los puntos de la red de control piezométrico.
Por otra parte, mediante el análisis de las fluctuaciones del nivel piezométrico podemos obtener información sobre las afecciones que sufra el acuífero. Un ejemplo de ello se muestra en la Fig.4 a), donde se observa que el nivel piezométrico está sometido a bombeos frecuentes que se intensifican en la época de estiaje. Si atendemos a la ampliación en la Fig.4 b), vemos que los bombeos producen una bajada de nivel piezométrico de más de 2m.

Figura 4. a) Nivel piezométrico, medidas manuales y precipitación en uno de los puntos de control piezométrico. b) Ampliación de la Fig.4 a) en un periodo concreto donde se aprecian los descensos de nivel piezométrico asociados a bombeos.

Esperamos que esta entrada os ayude a conocer más sobre el trabajo desarrollado dentro del Proyecto REMABAR. Si tenéis cualquier duda o consulta al respecto no dudéis en dejarlas en los comentarios.

¡Nos vemos la semana que viene!